Con las notas entregadas al alumnado y las puertas de los centros de FP cerradas hasta el nuevo curso, la Formación Profesional da por finalizado el año académico más extraño y difícil de nuestras vidas. Un año que ha cambiado completamente la forma de enseñar y de aprender y que nos ha obligado a salir, como profesores y como eternos alumnos, de nuestras zonas de confort para explorar nuevas metodologías que nos han separado físicamente, pero nos han unido más que nunca.

La crisis sanitaria provocada por el Covid-19 ha llevado el aula al hogar y la jornada lectiva se ha extendido más allá del horario habitual en los centros y, para lograrlo, ha sido fundamental el trabajo y el esfuerzo de los equipos de dirección, los claustros de profesores y el alumnado. Continuar con el ritmo del programa educativo para conseguir alcanzar el objetivo curricular solo ha sido posible gracias a la voluntad y la dedicación de los que forman parte de la Formación Profesional.

Ante la incertidumbre y la alarma social y profesional de los primeros días, la respuesta fue una ola de solidaridad de la que los centros miembros de FPEmpresa formaron parte activa. Los institutos de Formación Profesional se volcaron con la entrega de material de protección sanitario para los hospitales y residencias que se vieron desabastecidos al inicio de la pandemia, no solo aquellos centros con grados de la familia de Salud, sino todos aquellos que tuviesen en sus talleres y laboratorios mascarillas, EPIs e incluso camas. A estas acciones se unieron, la fabricación de pantallas protectoras con impresoras 3-D de la comunidad MAKERs de todo el territorio, la recogida de alimentos en los centros para los más afectados por la crisis o la cesión de servidores y ordenadores para hacer un seguimiento del avance de la enfermedad en todo el mundo.

Son muchos los momentos a destacar, aunque también nos hemos enfrenado a nuevas cuestiones y las carencias del sistema educativo han quedado de manifiesto. La brecha digital que afecta al alumnado y genera nuevas desigualdades, la falta de personal docente que perjudica el seguimiento individualizado y sobrecarga al actual profesorado, el conocimiento de las herramientas formación digital y el acceso a las mismas o los módulos de prácticas tanto en el centro como en las empresas.

La vuelta a la normalidad, a la nueva normalidad, no va a ser fácil y todavía nos quedan interrogantes por resolver. Es momento de sentarse a pensar y evaluar cómo enfrentaremos el nuevo curso con las limitaciones previstas y cómo conseguiremos que el alumnado pueda continuar o finalizar su formación. Pero también es el momento de dar las gracias a los centros de Formación Profesional, el profesorado de FP y al alumnado que han seguido al pie del cañón en las peores circunstancias para conseguir acabar el curso 19/20 con el mejor de los resultados posibles.