Leandro Hernán Zabala Iglesias, del IES Esteve Terradas i Illa en Cornellá de Llobregat, es profesor de ciclos de Grado Medio y Grado Superior de Informática y ha sido nominado a Mejor Docente del Año 2020 en los Premios EDUCA ABANCA.
¿Qué significa esta nominación para ti?
Una sorpresa. Sinceramente, no me lo esperaba para nada. De hecho, al principio ni siquiera pensé que fuera real, sino spam que me había llegado al correo. Cuando empecé a leer y me di cuenta de que era cierto, que me habían nominado, no me lo podía creer. Saber que la nominación ha sido el resultado de que mis propios alumnos hayan valorado mi trabajo y mis esfuerzos, para mí es ya un gran premio. Lo mejor que te puede pasar como docente es que tus alumnos te crean merecedor de un reconocimiento como este. La docencia es mi vocación y que me hayan nominado a estos premios es un verdadero orgullo; me motiva y me anima a seguir innovando, a seguir acompañando y guiando a mis alumnos en el ámbito personal y profesional.
¿Qué características crees que debe tener un buen docente de FP?
Creo que hay una general que deberían tener todos los docentes: vocación. La labor más importante que debe llevar a cabo un docente de Formación Profesional, y quizá no sólo de FP, es el acompañamiento de los alumnos; ayudarles a encontrar un objetivo y una motivación. A mis alumnos, rara vez les hablo de mí como profesor; les digo que soy un guía, un entrenador, es decir, una herramienta que puede facilitarles la consecución de sus objetivos. Los docentes somos el motor del crecimiento y de la evolución personal y profesional del alumnado. La transmisión de conocimiento entre ambas partes es importante, sí, pero no debería ser el eje central del proceso de enseñanza. Como características particulares de un buen docente me quedo con empatía, comunicación e inteligencia emocional.
¿Qué metodología empleas en tus clases?
Desde hace unos años, con mi compañero Enric Mieza, empezamos a darnos cuenta de que había una serie de aspectos en la manera de enseñar Informática que hacía que los alumnos no absorbieran con éxito las enseñanzas que les proporcionábamos. Entonces, empezamos a utilizar un enfoque basado en la unificación de contenidos. En vez de enseñar todos los módulos separados y compartimentados conceptualmente, optamos por mirar al mundo profesional y decidimos empezar a trabajar por proyectos que aglutinaban los contenidos de todos los módulos de forma integral. Cambiamos el eje estudiante-profesor; en vez de ser el profesor el que llega a clase y “vomita” la información, es el alumno el que va demandando los contenidos teóricos según las necesidades de sus proyectos. Hacemos uso de la metodología Scrum como forma de entrenar al alumnado para el mundo profesional real. De ahí surgió la creación de un modelo “en tres capas”: motivación, entrenamiento y proyecto. Por último, aprovechamos la gamificación para que experimenten aspectos que, en muchas ocasiones de la vida profesional real, son bastante más importantes que el conocimiento, por ejemplo, las relaciones interpersonales o la gestión de las personas del equipo.
Según tu criterio, ¿cuál es la relación ideal estudiante-profesor?
Esta es una pregunta bastante compleja. No sé cuál sería la relación ideal, pero lo que sí sé es que si pretendes cambiar o mejorar algo, no puedes seguir haciendo siempre lo mismo. Tenemos que equivocarnos para dar pasos hacia adelante. En mis años de docencia he cambiado muchas veces, ensayo-error; algunas cosas funcionan y otras no. Algo que también tengo claro es que creo que esta relación docente-alumno de la que hablamos no debería estar marcada por la distancia. Nosotros, el alumnado y el profesorado, estamos en el mismo barco, luchando por lo mismo y yendo en la misma dirección. Como profesor no me limito a poner notas que definan a mis alumnos de una manera u otra, sino que estoy ahí para acompañarlos allá donde quieran llegar. Mi relación con los alumnos es bastante cercana y muy humana, pero siempre con un cierto toque de firmeza, con ciertos valores de educación que me parecen fundamentales. Mi intención es conectar emocionalmente con ellos y lo que me gustaría es que durante el tiempo que pasen conmigo, aprendan, pero no sólo de Informática.
¿A qué retos crees que se enfrentarán los docentes de FP en los años venideros?
El mundo ha cambiado y esto, aunque parezca mentira, no es algo que todos los docentes hayamos interiorizado. Hace 30 años, lo importante era la adquisición de conocimiento pura y dura; el conocimiento estaba sólo en los libros, y si tú lo tenías, conseguías diferenciarte del resto. Sin embargo, hoy en día, el conocimiento está al alcance de cualquier persona y eso hace que la manera de interpretarlo haya cambiado. En la mayoría de las ofertas laborales de los tiempos que corren se requieren cada vez más habilidades sociales o emocionales y los conocimientos técnicos pasan quizá a otro plano. Los conocimientos se pueden adquirir, pero las habilidades hay que entrenarlas y trabajarlas, y eso requiere mucho más tiempo y esfuerzo. El reorientar nuestro sistema educativo a la adquisición no solo de conocimiento teórico, sino también de esas habilidades competenciales será uno de nuestros principales retos en los próximos años.