La Asociación de Centros de Formación Profesional FPEmpresa sigue dando visibilidad a aquellas mujeres que han decidido cursar estudios de Formación Profesional en los que existe una presencia mayoritaria de hombres. Con sus historias, FPEmpresa sigue trabajando en favor de los objetivos marcados por la Alianza STEAM, iniciativa promovida por el Ministerio de Educación y Formación Profesional, que está destinada a fomentar las vocaciones STEAM en niñas y jóvenes.

De acuerdo con los estudios más recientes del Ministerio de Educación y Formación Profesional (curso 2018-2019), estos son los porcentajes de mujeres que cursan ciclos formativos de grado superior en las familias profesionales de las seis protagonistas de este reportaje: Edificación y Obra Civil, 33%; Imagen y Sonido, 31,6%; Fabricación Mecánica, 9,5%; Electricidad y Electrónica, 5,5%; y Transporte y Mantenimiento de Vehículos, 3,7%.

Con estas cifras en la mano, no es de extrañar que muchas de las mujeres que han optado por estas disciplinas hayan sido las únicas en su clase o las únicas en su lugar de trabajo. No obstante, como ellas mismas indican, esta realidad no les ha desalentado para estudiar aquello que les gustaba, para trabajar en aquello que, muy seguramente, les haría sentirse realizadas.

Blanca Ramírez es la única tornera del Departamento de Motores de IBERIA, en el que trabajan unas 500 personas. Su trabajo consiste en la fabricación y reparación de piezas para motores de aviones. Estudió en el IES Luis Vives de Leganés, donde cursó un CFGS de Programación de la Producción en Fabricación Mecánica y un CFGM de Mecanizado, estudios de los que dice le ha servido “todo, todo, todo”.  Ahora está aquí, en este trabajo, pero incide en el hecho de que estos estudios son muy versátiles y que le han abierto un gran abanico de oportunidades en varios sectores productivos. Para ella, el módulo de FCT fue clave en la adquisición de competencias prácticas y le ayudó a saber cómo sería en realidad el mundo laboral. Al finalizar el CFGS, admite que se le abrieron muchas puertas, hasta el punto de tener “la suerte” de poder elegir en función de condiciones y salario. A modo de anécdota, cuenta que, durante el tiempo de búsqueda de empleo tras finalizar el CFGM, la rechazaron de un trabajo porque, según se enteró después, al jefe “le daba cosa” que saliera a medianoche de su jornada de trabajo. A día de hoy, sigue sin comprender muy bien cómo, aun estando cualificada para el puesto, esa justificación de “sobreprotección” por el hecho de ser mujer fuera la excusa para no haberla contratado. Cuando entró a la empresa era la única mujer en el taller; ahora hay siete. Considera fundamental la labor de orientación y cree necesario que se dé mejor a conocer la oferta formativa de FP, sobre todo en centros de secundaria donde no se imparte. Está segura de que muchas mujeres, si conociesen más a fondo este tipo de profesiones, “se darían cuenta de que está genial”. La fuerza física “ya no es un hándicap”; el mito de que se necesita la fuerza de un hombre para este tipo de trabajos es solo eso, “un mito”.

Laura González es la única, de las tres chicas de su clase, que se dedica al mundo de los rallies. Trabaja como copiloto, además de mecánica, en el equipo femenino Melmac Rallyfactory. Cursó el CFGM de Electromecánica de Vehículos Automóviles y está terminando el CFGS de Automoción en el CIFP Avilés, en Asturias. Está muy contenta con lo que está estudiando porque le sirve de mucho para su día a día en el equipo: reparación del motor, carrocería, seguridad, electricidad, etc. Su sueño es poder dedicarse a esto y “vivir de ello”. Cuenta que cuando empezó en este sector, hace ya algunos años, apenas había mujeres, pero hoy en día, cada vez se ven más, muy buenas pilotos y copilotos (abundan más las copilotos) que compiten a nivel nacional y europeo; estima una presencia femenina en las competiciones de alrededor de un 30% y se muestra convencida de que este porcentaje seguirá aumentando con el tiempo. Salvo algún que otro comentario desafortunado, no se ha encontrado con ninguna traba en su camino por el hecho de ser mujer. Es más, cree que hoy en día “el propio sector se ha ido dando cuenta de que las mujeres tienen ciertas cualidades que favorecen el desarrollo de esta profesión”. No obstante, es de la opinión de que, al final del día, esto es un trabajo como cualquier otro y lo que cuenta es que “destaques por tu esfuerzo, talento y aptitudes, y no porque seas mujer u hombre”. Por ello, se seguirá esforzando y dando lo mejor de sí misma para poder conseguir patrocinadores y así llegar a competir en categorías superiores. Habla de sus referentes femeninos, casualmente alguna amiga suya, que “ya han llegado lejos en este mundillo”, participando, por ejemplo, en el Campeonato de Europa de Rally. Lo tiene claro: “no parará hasta alcanzar su meta”.

Marga González es técnico de sonido, en concreto, de sonido para espectáculos en directo, y, por lo que sabe, es la única de su promoción que se dedica a esta especialidad. Realizó el CFGS de Sonido para Audiovisuales y Espectáculos en el IFP Carlos María Rodríguez de Valcárcel de Madrid hace ya unos años y desde entonces trabaja como autónoma en este sector. Su decisión de cursar estos estudios fue puramente vocacional, porque sabía que quería dedicarse a esto, “es un trabajo muy bonito, te devuelve mucho de lo que tú das”. Recuerda que ver estadios como el Wanda, llenos hasta la bandera, en la última gira de Alejandro Sanz, ver a gente emocionándose con su trabajo, “es de lo más especial que le ha ocurrido en la vida”. No obstante, no pasa por alto que sonido en directo es una de las especialidades más duras, tanto en horas de trabajo como en esfuerzo físico. Además, se requiere una gran capacidad de adaptación a entornos y materiales que cambian de un espectáculo a otro. No quiere que la infravaloren, pero tampoco que la valoren de más sólo por ser mujer, “pasa mucho con el tema físico, levantas cosas pesadas y te felicitan con cierta sorpresa”. No hay nada que felicitar, dice, “está cumpliendo con su trabajo”. No tiene referentes femeninos en los que verse reflejada profesionalmente, y se ríe al escuchar que, quién sabe, igual es ella misma la que se convierte en el referente de futuras generaciones. Son muy pocas las mujeres en esta rama, pero cree que podría haber más de no ser por las “limitaciones que las propias mujeres creen tener para esta profesión”. Para ellas, tiene un mensaje: “la fuerza física se hace, todo lo demás se aprende. Si queremos que no haya diferencia entre hombres y mujeres, seamos nosotras las que demos un paso al frente y hagamos que esa diferencia desaparezca”.

Paula Borrego es técnico de producción y, junto con su compañera de taller, son las únicas dos mujeres de este departamento en la plantilla de la empresa donde trabaja, en Alemania. Se formó en el IES Príncipe Felipe de Madrid y cursó el CFGS de Sistemas Electrotécnicos y Automatizados. A Alemania llegó gracias a las prácticas en empresa, que realizó durante sus estudios, prácticas por las que se siente “muy agradecida”. Al terminar el ciclo, hace ahora dos años, esta empresa alemana de fabricación de paneles solares decidió contratarla. A pesar de que sus estudios no están directamente relacionados con su desempeño profesional actual, sí destaca que ha habido algunos contenidos que “ha podido aprovechar bien”. Su trabajo es cada día diferente, no tiene un puesto fijo y eso ha sido una de las cosas que más le ha gustado de esta empresa, porque le permite seguir aprendiendo. Agradece mucho el trato recibido por la empresa durante este tiempo que ha pasado en ella, “un diez”. Sí que es cierto que, en alguna ocasión, ha tenido que escuchar algún comentario poco afortunado de algún compañero, sobre todo a la hora de tener que hacer cargas, “que, por ser mujer, mejor no”, pero con el tiempo ha decidido “hacer oídos sordos”. Gracias a su experiencia en el país germano, ha podido constatar que en Alemania se valora “mucho más” la Formación Profesional. “No hay color”, dice. Le parece una “pena” que en España aún se peque de “titulitis” en algunas empresas, que siguen valorando más titulaciones universitarias que ciclos formativos de FP. A raíz de la pandemia, está buscando nuevas oportunidades profesionales que le permitan trabajar más desde casa y, de esa forma, poder venir con más frecuencia a España.

Patricia Pérez es delineante industrial y la única mujer a pie de obra en la empresa donde trabaja. Su trabajo consiste en la creación de planos, en 2D y 3D, que después son llevados a taller para su fabricación. Estudió el CFGS de Proyectos de edificación y Obra Civil en el IES Antonio Machado de Alcalá de Henares, y afirma que, a pesar de que los estudios están más orientados a edificación de obra y no tanto a la industrial, le han servido para manejar con maestría las herramientas que utiliza en su día a día. Desconocía la existencia de este ciclo, pero un día, al acercarse al centro a preguntar sobre la oferta formativa, “el conserje le explicó muy bien en qué consistía” y se dijo, “¿por qué no?”. Aún a día de hoy, se acuerda de este conserje; sin saberlo, “le cambió la vida”; una vida que, de no ser por él y el servicio de orientación que le ofreció, dice, “habría sido muy diferente”. Con la llegada de la pandemia, decidió buscar nuevas oportunidades profesionales y encontró, con relativa rapidez, el empleo en la empresa en la que está ahora. Se muestra encantada con el trabajo y con el trato recibido, porque “la valoran mucho como profesional”, a pesar de que, como ella misma admite, “aún está aprendiendo”. Reconoce que la orientación laboral es fundamental, pero, eso sí, “hay que tener iniciativa, moverse y salir a buscar la información”, porque “en casa, parada, no se consigue nada”. Recomienda a otras chicas que consideren los estudios de FP como una alternativa académica, porque “son dos años de esfuerzo y estudio, pero el resultado merece la pena y realmente te da la oportunidad de luchar por mejores condiciones laborales”.

Lucía Jiménez, única chica de su clase, acaba de comenzar sus prácticas de empresa en Helados Alacant. Está terminando el CFGS de Automatización y Robótica Industrial en el IES Cavanilles de Alicante. Confiesa que siente un poco de “nerviosismo” por las primeras semanas de prácticas, en las que tendrá que ir familiarizándose con sus tareas, pero que está segura de que esa sensación “le durará poco” y de que “se adaptará rápido” a sus nuevas responsabilidades. Sus funciones, de forma general, serán el mantenimiento de las máquinas, la programación y la realización de esquemas eléctricos. Confía en que lo que ha estudiado le resulte de utilidad y que pueda poner en práctica todos los conocimientos y competencias adquiridos. Al pensar en los inicios, admite que no sabía muy bien qué hacer, pero lo que sí sabía es que desde pequeña siempre le ha gustado la programación. Encontró este ciclo, le llamó mucho la atención y “se metió de cabeza”, y “no se arrepiente en absoluto”. Ha recibido algún que otro comentario “gracioso” por el hecho de ser la única chica, pero “no iban a maldad”; siempre se ha sentido muy cómoda entre sus compañeros. Hace referencia a un fenómeno que últimamente se está observando en su sector y es que, “precisamente por ser mujer, al haber tan pocas, es un poco más fácil destacar y encontrar trabajo”; fenómeno que le “parece un poco injusto”, porque, dice, “hay que valorar la competencia profesional y no si se es hombre o mujer”. Su referente femenino: su profesora de Integración de Sistemas Automáticos, María Pérez, que siempre ha trabajado por fomentar que cada vez más chicas opten por cursar estos estudios ligados al mundo tecnológico. Para Lucía, su carrera no ha hecho más que empezar y “le ha gustado tanto lo que ha hecho hasta ahora” que su idea es continuar sus estudios de esta rama en la universidad.

Las historias de estas seis mujeres refuerzan la idea central de este reportaje: no hay que tener miedo a estar en minoría, no hay que tener miedo a hacer “lo que sólo los hombres hacen”; solo así, atreviéndose las mujeres, y los hombres, a romper barreras de ideas preconcebidas y estereotipos de género asociados a profesiones y vocaciones, será la sociedad capaz de avanzar en la dirección correcta. Que las mujeres del mundo sean lo que quieran ser, y, por encima de todo, que sean únicas en lo que hacen.