El Institut Montilivi de Girona, centro asociado a la Asociación de Centros de Formación Profesional FPEmpresa, ha liderado un proyecto innovador centrado en el cultivo de microalgas, tanto en interiores como en un biorreactor exterior, con el objetivo de explorar sus múltiples aplicaciones. El proyecto, que se ha desarrollado entre el final del curso 2021/22 y el curso 2022/23, ha permitido a estudiantes y profesores trabajar en el cultivo de microalgas para su uso en biorremediación de aguas contaminadas con metales pesados, así como en preparados cosméticos y nutricionales.
El proyecto surge como una idea del propio centro y ha demostrado ser pionero en su enfoque. “El cultivo de microalgas dentro de un centro educativo es algo novedoso. Las microalgas tienen un enorme potencial, no solo en el ámbito de los biocombustibles, sino también como superalimentos y en otras aplicaciones sostenibles”, explica David Canabal, jefe del departamento de Química del Institut Montilivi y responsable del proyecto.
El valor de esta iniciativa reside no solo en sus resultados prácticos, sino también en su capacidad para acercar la ciencia aplicada al alumnado de FP. “Queríamos desarrollar un proyecto que fuera eminentemente práctico y que implicara una metodología basada en proyectos”, añade Canabal.
Colaboración y transferencia de conocimiento
Para llevar a cabo este proyecto, el centro ha contado con la colaboración de diversas instituciones y centros educativos, como el IES Tegueste (Tenerife), el IES Politécnico Las Palmas (Gran Canaria), la Universitat de Girona (EQATA-UdG) y el Banco Español de Algas de la ULPGC. Estas alianzas han permitido la transferencia de conocimiento y el acceso a recursos que han enriquecido la experiencia formativa del alumnado.
Además de las actividades en el centro, se han realizado visitas a universidades, centros de investigación y otros centros educativos, así como talleres especializados en absorción atómica. “Estas salidas y talleres han sido fundamentales para que los estudiantes comprendan el potencial de las microalgas en diferentes industrias y para fomentar la colaboración entre instituciones”, comenta Canabal.
Formación práctica y conciencia ambiental
El proyecto también ha contribuido al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, al centrarse en prácticas que buscan reducir la huella de carbono de los centros educativos y fomentar una formación con conciencia ambiental. Unos 75 estudiantes de diferentes ciclos han participado activamente en el proyecto, lo que ha supuesto un gran esfuerzo de coordinación, pero ha dejado resultados muy satisfactorios. “Fue un proyecto muy interesante para nosotros, se cumplieron los objetivos de manera clara y los beneficios para los estudiantes han sido significativos”, concluye David Canabal.
En definitiva, el cultivo de microalgas ha permitido al alumnado involucrarse en una experiencia formativa innovadora, con aplicaciones reales y un fuerte enfoque en la sostenibilidad.